La preferencia de los recién nacidos a los sonidos del habla sobre otros tipos de estimulación indica que los bebés están programados para aprender el lenguaje humano. Sin embargo, esta preferencia no garantizará el dominio del lenguaje de los bebés; es esencial que exista un entorno rico y estimulante. Es importante que los cuidadores presten atención a la capacidad rápidamente cambiante de los bebés y niños pequeños, para comprender las palabras y los gestos dirigidos a ellos (lenguaje receptivo). Igualmente importante es su capacidad de comunicarse con los demás (lenguaje expresivo) de múltiples maneras, desde arrullos y sonrisas hasta palabras y oraciones simples. Para los cuidadores, mantenerse en sintonía con los cambios en la capacidad de los bebés para comunicarse y ajustar su propio idioma para apoyar esta capacidad es la clave, no solamente para el desarrollo del lenguaje, sino también para el desarrollo de otras competencias.
El
desarrollo del lenguaje receptivo y expresivo sigue una trayectoria bastante
estable y predecible a medida que los bebés progresan, desde responder a sus
estados internos con llanto y sonrisas, hasta usar estas primeras maneras de
expresar sus necesidades e iniciar la comunicación con los cuidadores. Más
adelante, a medida que los bebés controlan mejor su boca, comienzan a producir
sonidos más diferenciados y complejos. La aparición de las primeras palabras
señala un hito importante, no solo en el lenguaje sino también en el desarrollo
cognitivo, ya que estas palabras significan las primeras generalizaciones que
allanan el camino para el desarrollo del pensamiento abstracto. En los próximos
meses, el vocabulario de los niños experimenta un “crecimiento acelerado”
que hace que este período sea particularmente sensible a la cantidad y calidad
de la comunicación de los niños con los cuidadores. Después de aprender sus
primeras palabras, los niños pequeños comienzan a encadenarlas para formar
oraciones, y gradualmente dominan la gramática del lenguaje y las reglas de su
uso.
Para crear un ambiente óptimo para la adquisición del lenguaje de los bebés y niños pequeños, recuerde que durante estos primeros años los niños pueden entender más de lo que pueden expresar. Por lo tanto, en lugar de simplificar demasiado el lenguaje al hablar con un bebé o incluso imitar el nivel de producción del lenguaje del niño, los cuidadores deben exponer a los niños a un vocabulario rico, aunque no demasiado complejo, al comentar sus acciones, hacer preguntas o dar instrucciones. Además de proporcionar un entorno lingüístico rico, los cuidadores deben entablar conversaciones de ida y vuelta con sus bebés y niños pequeños. La investigación sugiere que las experiencias de conversación pueden ser más importantes que solo la cantidad de palabras que escucha un niño. A medida que aumenta el uso del lenguaje expresivo por parte de los niños, las maneras óptimas de apoyar el desarrollo del lenguaje implican reformular y extender sus oraciones, así como involucrarlos en conversaciones más largas sobre objetos y eventos familiares. El final de la infancia está marcado por otro hito importante en el lenguaje y el desarrollo cognitivo, que es cuando los niños comienzan a utilizar palabras para representar a las personas, objetos y acciones no presentes en su mundo. Involucrar a los niños pequeños en juegos de escenarios de mentira apoyará esta habilidad emergente.