Desde el momento en que nacen, los bebés prefieren observar rostros humanos en comparación con otros estímulos visuales, y reconocen los rostros de sus padres mejor que los rostros de los extraños. Los recién nacidos también están más atentos a los sonidos orales que a otros sonidos ambientales y prefieren escuchar voces familiares. Estas preferencias visuales y auditivas indican que las personas se convierten en la parte más destacada del entorno de los bebés desde sus primeros días, y que sus cuidadores principales juegan el papel más destacado de todos. Las primeras señales de una relación especial con los cuidadores surgen cuando los bebés demuestran preferencias y una mayor capacidad de respuesta emocional hacia una persona. Este es el precursor del apego, el cual florece a los 12 meses. El apego es un factor protector que ayuda a los niños a resistir el estrés de la vida y que influye en el desarrollo del cerebro. Los comportamientos de los cuidadores predicen el tipo de apego que desarrolla el bebé; el mejor predictor de apego seguro es la atención receptiva y sensible brindada por un adulto.
El desarrollo emocional en la infancia y la niñez temprana progresa a lo largo de varias dimensiones. Primero, los bebés aprenden a expresar emociones más complejas, desde alegría e ira hasta orgullo y vergüenza. Segundo, aprenden a reconocer, interpretar y responder a las emociones de las demás personas. Tercero, los bebés aprenden las maneras de regular sus propias emociones. Los comportamientos emocionales de los bebés están influenciados por sus propios temperamentos. Los niños difieren en sus características, tales como la facilidad con la que se distraen o se frustran, cuán tímidos o extrovertidos son, o cómo responden a una situación nueva. Comprender las diferencias individuales en el temperamento y abordar estas diferencias en las prácticas de cuidado es fundamental para apoyar el desarrollo socioemocional en los bebés y niños pequeños.
El surgimiento de la autoconciencia marca un hito importante en el desarrollo social, ya que los bebés descubren primero su independencia física de un cuidador y luego la diferencia en sus propias necesidades. Afirmar su independencia a menudo se asocia con la frustración de los niños pequeños, que se manifiesta en arrebatos emocionales y berrinches. Recuerde que estos comportamientos indican el crecimiento emocional de los niños y no son señales de oposición o desafío. Al mismo tiempo, los cuidadores deben ayudar a los niños pequeños a sobrellevar sus frustraciones, enseñándoles formas sencillas de regular sus emociones.